aviso al lector

Cada una de las historias y anécdotas que encontrará en este blog son producto de una mente perversa y sobre-dopada. Los lugares, como los nombres o las expresiones son ficticios y ningún parecido con la realidad debe ser tomado en cuenta.

Si, bajo su propia responsabilidad y criterio, decide creerlas, ... ¡eso que se lleva!

lunes, 3 de mayo de 2010

Tipologías, gustos. El Factor X

Menudo lío.
En circunstancias normales, una mujer se sentiría feliz, ilusionada, agradecida, bendecida por la suerte. Un chico estupendo, cariñoso, guapo, simpático, generoso, sincero, soltero y heterosexual se siente “a gusto” conmigo.

Pero no lo puedo evitar, no es mi tipo. Por más que lo intente, no es mi tipo.

La primera vez que hablamos, Juan Antonio me planteó una adivinanza. Por entonces ya no era la clase de hombre que me atrae ni interesa, pero me resultó… original. Tiene la mirada limpia… Juan Antonio es transparente, y lo que veo a través de él, es tan puro que me asusta.

Charlamos durante un tiempo y salimos juntos a distintos sitios, siempre parecía estar a mi disposición. Para cualquier cosa que necesitara. Yo sabía que se sentía atraído por mí, temblaba cuando me acercaba a él, ¡era incapaz de aguantar una mirada sin tornarse rojo! Y la verdad es que no hice nada por evitar que se encariñara conmigo. Mientras, me reafirmaba en la idea de que aquel chico no era para mí.

¿Por qué? Pues no lo sé o quizá no quiero pensarlo en voz alta… Puedo sentirme atraída por hombres nada favorecidos. Recuerdo alguna situación escabrosa, mi compañero no era precisamente apuesto y, sin embargo, me abrumaba la pasión y perdía la cabeza, hasta límites insospechados.

Realmente, no hay problemas de índole sexual entre nosotros. Pero es tan inocente… lo sé tan seguro. Eso es lo que falla, ese es el problema. Está ahí, para mí, en cualquier momento puedo disponer de él. Me lo ha dicho, lo ha demostrado. Después de tanto drama en mi diario, ¿es posible que me repela la estabilidad? ¿Soy alérgica a la felicidad sin sobresaltos? Nos hemos malacostumbrado y el sosiego tiene cierto matiz siniestro. Estoy esperando la trampa, el cartón, la traición y el abandono. No puede ser perfecto. De hecho, no lo es.

Mi prima, una de esas personas indispensables en mi existencia a la que dedicar 1.000 palabras más sólo para ella; conoció una vez a un tipo que sin ser genial, le caló la ropa con su humor, le traspasó la piel con su naturalidad y le perforó cada músculo, cada hueso y cada pálpito con su libertad, su humanidad y su pasión. Ella se enamoró, aunque lo niegue, y él resultó ser un pendejo imbécil y egoísta con novia de las formales. De esas que se llevan pegadas a los zapatos por puro gusto. De las que no te puedes desprender, ni quieres, ni de ellas, ni de sus familias, ni de los recuerdos, ni de los amigos en común. Un tiempo, yo también lo fui.

A la decepción le siguió el intento de rehacer su vida y buscar otros mares en los que pescar. Una noche, en un local de moda de la ciudad, en compañía de nuestra amiga Marta y de unos 300 jóvenes más, clónicos, idénticos, asexuados y sólo fascinados por si mismos; conoció al famoso chico 10. Mono, educado, interesado en ella, con bonitos apellidos, como bonita era su camisa. Charlaron y buscaron puntos en común. Ella, por evidentes motivos, no los encontró. Él, quizá tampoco, pero Julia es una mujer irresistiblemente atractiva, los hombres caen a sus paso, está científicamente demostrado. Una de esas mujeres con duende que tengo la suerte de frecuentar.
Unos días después, aquel perfecto ejemplar la invitó a salir, animada por nosotras u obligándose a “pasar página”, decidió darle una oportunidad.

Tomaron un helado, volvieron a hablar de sus cosas… Julia me juró haberlo intentado. Intentó ser cálida, natural, romper el hielo, bromear, buscar razones para sonreír y hallarse en aquella cita, más parecida a una entrevista laboral. Nos partíamos de risa con el testimonio de mi prima, quien aseguraba que el galán se jactaba de haber sido delegado de clase desde parvulario. Le recitó de memoria la tabla periódica y se indignó ante la posibilidad de haber protagonizado, alguna vez en su corta vida, un acto deshonesto… ni siquiera travieso.

Despavorida, Julia huyó y nunca más quiso saber del hombre 10. Al repasar cada instante del encuentro, los pros y los contras de aquel chico minuciosamente diseñado y gris, ella sólo podía encontrar una respuesta:... es que no es Él.

¿Y que tiene Él? ¿Dónde reside el factor X de aquellos de los que nos encaprichamos, aquellos de los que vamos orgullosas del brazo, por más dura que sea la caída?

Juan Antonio y el chaval de la tabla periódica tienen, sin saberlo ni aparentarlo, muchas cosas en común. Los dos carecen de nuestro Factor X. Cada cual el suyo, cada una a su manera. Pero es esencial, es único, es inexplicablemente. Alguna vez oí decir que es ilógico, que es amor. Amor. ¿Amor?
¿Amor al sinvivir? El gusto y disfrute de las noches en vela, de las horas mirando fijamente al teléfono. Llamará. Lo hará. Tiene que hacerlo. ¿Amor al corte de estomago al verlo de la mano de otra? Será tal vez el sex appeal propio del individuo con jurisprudencia para romper y recomponer corazones. Esa capacidad para olvidarlo todo es la que los hace irresistibles.

Juan Antonio no es Él, como el cofrade de estudios concertados no era… nadie reseñable. ¿Qué tienen que no podemos olvidar? ¿Cómo introducen el veneno mortal, que ni lo notamos y cada día necesitamos más? Es el mismo veneno que acabó con la autonomía de Marta, con su tranquilidad y con la curiosidad por la vida después de Él.

Esta noche, no pregunten por qué, veré a Juan Antonio. Ni siquiera me apetece. No me ilusiona encontrarlo, pasear o escucharlo. Ese dichoso factor nos separa, sin remedio. Le estoy agradecida y creo que necesito sus halagos y su cariño cuando la semana se presenta tortuosa. No es una excusa. Es humano.

Que la mancha de mora, otra verde la quita. Que llorar porque el Sol se largó, no te dejará ver las estrellas que brillan esta noche. Que Juan Antonio es un tío excepcional y yo sólo puedo pensar en quien se fue sin nada más que añadir. Que para gustos colores y para los ciegos, los amores.


Audio: 4 Elementos. La Musicalité

1 comentario:

  1. alucino con ese final refranero...

    ...lo suyo es irse a tiempo :S offu

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