aviso al lector

Cada una de las historias y anécdotas que encontrará en este blog son producto de una mente perversa y sobre-dopada. Los lugares, como los nombres o las expresiones son ficticios y ningún parecido con la realidad debe ser tomado en cuenta.

Si, bajo su propia responsabilidad y criterio, decide creerlas, ... ¡eso que se lleva!

miércoles, 23 de noviembre de 2011

..Ave María, purísima..

..pura, infiel o libertina, ¡¿Qué más da?! ¡Parió al Michael Jackson de la época! En mi opinión, la señora está más que justificada. Que ella dice que fue el pájaro, ¡pues es lo que hay! ¡Bastante pasó después siguiendo al hijo en los bolos por toda Nazaret!

Esta mención a la madre de Dios no es arbitraria. Veréis, me ha dado por el camino de la fe.

Guau! Lo diga, como lo diga, aún no me lo creo.

Hace casi un mes que estoy asistiendo a catequesis sin razón, ni motivo aparente.
Quizás sí lo tengo, pero prefiero pensar que no, que todo es fruto de mi curiosidad desmedida y mi afán por mantener entretenidos a mis antepasados. En este caso deben estar revolviendose en sus tronos de nubes, en el paraíso de Los Canteros.

Juan Antonio lo tiene claro: DIOS EXISTE Y GRACIAS A ÉL HABITAMOS ESTA TIERRA CREADA PARA NOSOTROS, HASTA QUE ÉL MISMO DECIDA "CERRAR EL CHIRINGUITO".

Personalmente, discrepo, por muchas y muy variadas razones, producto del estudio, la lógica, la razón, los años de antropología, sociología, historia y filosofía. Y, sobre todo, fruto de la importante carga genética atea que mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y hasta el primero de los Omeyas dejaron en mi.

Yo intento comprenderlo, buscar la razón que le lleva a confiar en que si recita un Padre Nuestro, las curvas en las carreteras se enderezarán, los imprevistos desaparecerán y las ruedas nunca se pincharán. A su lado me ha tocado hasta dar gracias por la comida que yo misma he pagado con el dinero ganado por mí misma a través de mí propio esfuerzo... Estoy rellena de blasfemia.

Bueno, supongo que tampoco tiene nada de malo dar gracias o, sencillamente, ser conscientes de la suerte que tenemos de vivir inmersos en esta crisis y no en la del Congo. Simplemente porque aquello no es vida.

El caso es que Juan Antonio jamás me ha pedido un paso así. Creo que aún no ha intentado convertirme ni salvarme de la "Quema Final", pero un día tonto me sorprendí a mí misma inscribiéndome en unas sesiones de catequesis, por una duración de 4 meses, en el entorno idílico de la ermita de mi pueblo. Repelús.

Lo siento. No pretendo faltar al respeto a nadie. Sólo es que... no va conmigo. O eso creía.

Admito que los minutos se me pasan volando y aunque no faltan los debates con mi catequista, una entrañable señora cristiano-taliban, disfruto del show, escucho sus testimonios, me rio un rato y, después, hago reír a mamá, compartiendo con ella las anécdotas que se producen en los dichosos encuentros espirituales.

Al principio, Maica, mi catequista, me miraba con recelo, casi con desprecio, casi con temor. Imagino que veía en mi socarrona sonrisa, la del mismísimo Lucifer. Pero el tiempo y los hechos han limado las pseudoasperezas entre nosotras. Puedo decir orgullosa que ahora me deja hablar.

Es una mujer especial. Reúne mucha fe en los ojos y la deja escapar, con no demasiada destreza, en sus palabras. Cuando repasa algunos fragmentos de la Biblia y nos los desmenuza con la timidez que la caracteriza, me mira a los ojos, dialoga conmigo, sin saberlo. Nos hacemos felices la una a la otra. Ella tiene alguien que la atienda, yo me inspiro sin medida.

Ha aceptado que no soy una alumna al uso y que no se lo pondré fácil. Y yo he aceptado que quizás sí hay un Dios en todos nosotros, en todas las cosas. No creó el mundo, no envía ángeles, ni me juzgará el día que muera. Sólo es AMOR. Sencillamente, AMOR. La verdad es que no es poco.

El amor que une a las personas, creando amigos, creando familias, practicando sexo. El amor que causa dolor ante el sufrimiento ajeno. El  amor que empuja a ayudar, a esforzarse por los demás. El que está presente en las parábolas que con tanta paciencia Juan Antonio intenta explicarme. El mismo sentimiento que me ha llevado pasar por el ritual de la Confirmación cristiana, sólo para hacerle feliz. El amor está en las risas que mamá y yo compartimos, discutiendo sobre la razón y naturaleza de mi rebeldía, "¿qué te cuesta estar callada una hora y decir Amen de vez en cuando?"

En todas las formas de amor que conocemos debe estar ese Dios. Podríamos haberle denominado "silla", "coche" o "máximas de comportamiento humano para el civismo generalizado, en pro de conseguir una sociedad justa, segura y deseable". Pero el marketing metió mano y lo hemos dejado en eso, en "Dios, nuestro Señor y su AMOR... Amén".

Me pregunto cómo me las apañaré para librarme de la obligatoria confesión con el sacerdote del pueblo. Una cosa es inyectar alegría a la catequesis con comentarios paganos.. y otra, matar al cura por unos secretitos de nada. Algo pensaré. Igual le paso el enlace del blog, para que vaya calentando. Evidentemente, no soy partidaria de contar mis intimidades al caballero "asotanado" de turno. Además, de la mayoría de mis pecados, ni siquiera me arrepiento... ¡SOCORRO! ¡Estoy supurando soberbia.. !

¡De este purgatorio no me libra nadie!

jueves, 17 de noviembre de 2011

.. el primer día, del resto de mi vida ..

Lo siento, lo siento, lo siento... ¡En fin! No creo que muchos me hayan echado de menos por este medio.. pero, por si acaso, lo siento.

Pido disculpas a los lectores cercanos, siempre amables, siempre fieles, siempre críticos y constructivos; y también a los lectores alejados, apartados y escondidos. Me pregunto en qué se habrán entretenido todo este tiempo, sin una entrada que imitar, de la que intentar mofarse. Sin una explicación a la que dirigirse.

Se acabó la sequía, al menos, permanente. Os doy mi palabra.

Han pasado largos meses repletos de acontecimientos, unos que celebrar, otros para madurar. En definitiva, he dedicado este tiempo a cambiar, a deshacerme de lo que no necesitaba, de estorbos y de presencias fantasmales. He retomado mi camino hacia adelante. Porque, aunque parezca obvio, no siempre se consigue. He sufrido yugos, barreras y zancadillas y me ha faltado demasiadas veces el valor para creer en mi misma.

¡Qué tonta! Me sé de memoria la teoría, "si tú no te quieres, nadie lo hará", "vales mucho, estás sobradamente preparada",... y sin embargo, cómo nos cuesta a las mujeres encontrar la oportunidad que nos saque del cascarón del prejuicio, el machismo y la puta crisis. Demasiado común. Excesivamente normalizado.

Esta es la historia de una mala tarde: soy licenciada, masterizada, idiomada, practicada, creativa, resolutiva, asertiva y proactiva. Soy joven y estoy llena de ideas... Pero hace casi tres años topé con un señor que me invitó a pasar a su cálida empresa, con actividades innovadoras enmarcadas en la filosofía de "El mundo a nuestros pies", el compañerismo, la amistad más allá de la subordinación y las relaciones sin edad.

Para una pueblerina como yo, de orígenes humildes, con sueños de paz y tendencia a confiar en los demás, no había en el mundo una oferta igual. Desde aquel enero de 2009, he experimentado todo tipo de sensaciones. Me he visto en todo tipo de tesituras. Al final del viaje, cuando los cuentos chinos acaban, sólo aparece una estepa árida de sucias realidades, mentiras, chantajes, abusos, desprecios, miedo y dolor.

Nos ha tocado una etapa histórica cuesta arriba. Nos ha tocado luchar, ahorrar, reducir, perder, dejar de dormir y hasta rezar. Aún queda consuelo. Sí, nos queda la salud y un tonto consuelo: siempre hay quien lo pasa peor. Siempre hay alguien más pobre, y lo que muchos no alcanzan a intuir, siempre hay alguien más pobre que el hombre más pobre de la tierra. Su mujer.

Por ser mujer no han valorado mi trabajo, no han agradecido mi esfuerzo y me han gritado por los errores de otros. Por ser mujer, en mi trabajo, he tenido que oír comentarios horribles y sobrevivir a propuestas infames. Por ser mujer, he salido de la oficina más de una vez con lágrimas en los ojos y con una esperanza menos en la maleta.

Pero ha llegado una mujer a mi vida. Una mujer extraordinaria. Un Premio Nacional de Danza de mujer.
Estaba a punto de tirar la toalla, de prepararme unas oposiciones o hacer caso a mi padre y heredar el negocio familiar. Una aspirante de última hora, muy recomendada, me había, literalmente, robado una beca de colaboración como un regalo del cielo, para la que yo ya había sido seleccionada. La criatura subterránea con la que compartía piso se estaba convirtiendo en algo peor que un cáncer y parecía no llegar la hora en que se largara de casa, e, incluso, mi relación con Juan Antonio se resentía. Mal humor, mal talante, malas formas y desplantes. En el túnel directo al suicidio o a los antidepresivos, se hizo la luz de la mano de una llamada que nunca esperé, cargada de las mejores noticias que nunca imaginé.

Hoy soy otra mujer, creo que, concretamente, la que siempre "habitó mi piel". Tengo ganas de amanecer y estoy ansiosa por aprender. No me ha tocado la lotería y no hay nadie a quien quiera votar en las próximas elecciones. Ya no creo en princesas, ni en la bondad, ni en el "siempre". Pero tampoco creo en los ogros ni en las brujas chupa sangre. Ahora lo pido todo por escrito y leo cada letra pequeña.

Pero queda aún mucho de lo bueno que tuve ¡porque ya no hay insectos en casa! Soy la dueña de mi espacio, la DUEÑA. Juan Antonio se entretiene en diseñar la redecoración que algún día llevaremos a cabo, mi gente va encontrando su espacio y ¡hasta nos multiplicamos! Ya no hay miedo, ni cueva, ni soledad, ni ofensas. Ahora piso teatros de nombres grandiosos, paseo por Moscú o por Tel Aviv y me desenvuelvo como puedo en aeropuertos caóticos, en buena compañía, con una gran compañía.

Estoy cumpliendo el sueño que plantee casi diez años atrás, cuando supe que la economía no era lo mío, ni las ciencias, ni la docencia, ni las leyes, ni los contratos basura. Cuando sentí que era relaciones públicas, porque así me había parido mi madre. No porque pase los jueves en la puerta de una discoteca, sino porque estoy sobradamente preparada, llena de ideas, dispuesta,  lista y decidida. Que lo mío es la comunicación y el protocolo y, a ser posible, entre focos y bambalinas, rodeada de público, de embajadores, de artistas, de la cultura y de sus genios.

Gracias a Blanca, por ser mucho más que un hada madrina.
Gracias a Juan Antonio, por ser mucho más que mi amigo, mi apoyo y el amor de mi vida.
Gracias a RM y su compañía, por abrirme esta puerta, cederme un lugar y abrigarme en el frío ruso.
Gracias a todos mis amigos, por no dejarme caer y a mi familia, por volar conmigo cada noche, allá donde haga falta.

domingo, 24 de abril de 2011

.. ahí va la cabra, tira que te tira al monte ..


¡No lo he podido evitar!
Me gusta escribir y leerme y releerme y descubrirme y reírme de mi misma en cada palabra, pero sobre todo, necesito la terapia que todo esto me supone. Sacar del pozo lo que pesa o, sencillamente, pasar lista a todos los tornillos para asegurarme que ninguno falta. Revisar cada sentimiento, para lavarles la cara y dejarlos listos para el día de mañana.

No me he podido resistir, y aquí estoy de nuevo. Que ni las sombras, ni los fantasmas, ni los traspiés, ni siquiera la madurez convierten a la cabra en pez para alejarla del monte.

Al instinto primario que me empuja a escribir, se unen las nuevas lectoras, experimentadas y sinceras, positivas y geniales. Esas que se confiesan atrapadas por una mera anécdota vital, aquellas que rompen a carcajadas e incrédulas exclaman: 
¡No me lo puedo creer!

¿Cómo no volver al teclado habiéndolas visto disfrutar con esta nimiedad? Si no me cuesta nada, si me hace tan feliz.

Durante todo este tiempo, un año, mal contado, me he descubierto en otros aspectos, distintos a los habituales. He resultado ser cobarde ante algunos precipicios y débil ante el sufrimiento del prójimo. Me he visto obligada a admitir que no soy buena amiga, ni esposa, ni amante, ni hija, ni conocida. He cometido excesivos errores este año. Tal vez esa vergüenza es la que me impidió tantos días dar la cara.

Limé mi carácter y mis más arraigadas manías ante la posibilidad de chocar con demasiada fuerza con el muro del genio de Juan Antonio. Que ni mis formas, ni estas leyes mías sobre la humanidad, la igualdad y las diferencias me han hecho más favor que proveerme de prejuicios y palabrería. Durante estos meses, en algunos momentos, llegué a pensar que Juan Antonio había cambiado lo más esencial de mi esencia. Que me había reducido a la figura de una dócil esclava. Ahora, con el tiempo como prisma, y los ejemplos, como inspiración, veo más que claros los errores cometidos en el pasado y su naturaleza: Soy una cobarde. Una enorme, vil y vulgar cobarde. El miedo a tantas cosas es mi guía, mi bandera y mi yugo. He sido injusta y cruel con quienes me quisieron y ya no más, he esquivado responsabilidades y eludido castigos con excusas, con razones y sin ellas.

Caen a mí alrededor figuras amigas y se disipan nebulosas de amistad. Lo peor es que sólo algunas me pesan. Las que no, ni las miento. Me siento impotente por la perdida de amigos. Algunos se fueron de la tierra, otros se quedaron en el cielo. Me duele no tener para ellos un remedio. No contar con pócimas que devuelvan a la vida y maquinas que detengan el tiempo. No se me da bien fingir, aunque pueda parecer lo contrario. No se me da bien herir y no tengo la menor intención de infringir daños.

Se me fue de las manos el dolor. No soporté tanto mal en los ojos de Ella… y dejé que pasara el tiempo. Todo lo dejé en manos del tiempo. Pero el tiempo sólo a nosotras se nos llevó.

Los echo de menos, nunca fueron míos, sin embargo, los extraño. Pobre de mí.

Me queda tanto que aprender… tanto que caminar. Quisiera ser como ella, como mamá, en los pequeños detalles y en los grandes gestos. Ella nunca se apartaría de las obligaciones, morales o no. Ella nunca olvida una fecha. Ella rezuma comprensión, paciencia y cariño y siempre tiene lista la otra mejilla.

Me reitero: no soy siquiera buena compañía. En momentos de despecho, he hablado mal de mis amigas, de mis confidentes, mis hermanas y maestras. Hablé desde el despecho y desde la envidia. Envidia de no tenerlas cerca, rencor por verlas perdidas. Ahora me siento agradecida, porque esas cosas nuestras se arreglan con la misma sinceridad con que se estropean. Porque había, aunque no lo parezca, mucho amor tras los reproches, mucho anhelo de su compañía.

Me hago mayor, aprendo de mis errores grandes lecciones de sabiduría y esta cabra, ahí va, camina que te camina, hacia el monte del que proviene. Cada cual del suyo, cada cual en su forma. No lo hemos de olvidar.

No me cambio por nadie y no acepto juicios públicos sin pruebas ni cuerpo del delito. No admito insultos de quienes sólo me han visto pasar y si se atreven, cuanto digan, por su peso caerá.

Que soy muchas cosas y sólo algunas buenas. Que merezco escarmientos y regañinas y por suerte tengo quien me aleccione desde el saber y la soberanía. Que soy humana y no es excusa. Que quiero seguir para adelante, vivir, vivir y vivir, con tantos defectos, tanta carga y tanta culpa. Ya me hago yo fuerte a mi manera, ya remonto yo sola mi ladera.









lunes, 18 de abril de 2011

te quiero

Parece que fue ayer y desde entonces, ha pasado tanto..

Tantos días, repletos de horas, de instantes y anécdotas, buenas y malas, tuyas, mías y nuestras.

No te tomé en serio y no creí en nada de lo que pudieras ofrecerme.
No me dejaba llevar por el deseo, ni por la inapetencia, ni por las sinergias, ni mucho menos por las casualidades. Y ha pasado un año.

No me calabas, no me llenabas, no me convencías, ni te creía. Eramos distintos, como ahora.
No confiabas en mi, ni yo en tus ojos. No tenías valor para tocarme ni yo para dejarte hacerlo..
..y ha pasado un año y muchas cosas más.

Sólo me divertía, sólo intentaba escapar y alejarme de lo que ya nada me ofrecía y te encontré o tropezamos. Y me enamoré o nos suicidamos.

Parece mentira que hayamos olvidado todo lo anterior. Que un vendaval haya barrido con algunos miedos, para dejar paso a otros, que se haya llevado recuerdos de todas las naturalezas y orígenes y sólo estés tú.

Hoy no es nuestro mejor día, después de muchos días malos en un año.
No es el mejor día, pero no es el último.
Nos queda mucho que discutir, muchas diferencias nuevas que encontrar y otras que reforzar.
Que la vida no es rosa, ni el amor carece de espinas.
Que los cariños se notan en otras cosas y no me resigno a hacer caso de lo que digan.
Que no somos perfectos, pero así más me gustas, más te me apeteces, en tantas cosas.
Mucho calor, mucho aroma a nosotros. Mucho por venir. Tantos años más.

lunes, 14 de febrero de 2011

Gente

Una vez conocí a una mujer a la que creí que ya conocía.

Oí hablar muchas veces de ella y llegué a creer cuanto dijeron. Parecía injusta, descarada y un poco ignorante. Parecía violenta e irresponsable. Parecía mala mujer y peor madre.

Pero un día tuve la oportunidad de conocer a una mujer de la que no me contaron la verdad.
Al mirarla, descubrí tanto miedo en sus ojos esquivos como en su voz. Apenas era capaz de articular palabra, tartamudeaba ante mis preguntas, pero sonreía sincera.

Al oirla, aprendí que es tan valiente como sabia. Ha superado con matricula de honor las evaluaciones de la vida. Quizá no lo sabe todo, quizá ha tropezado. Tal vez, huyó cuando debía pelear y sólo pensó en su piel y su corazón, pero es fuerte y aguerrida.

Siento creer que lo sé todo. Siento haber dudado un sólo momento que no quedaba nada por descubrir. Menos mal que no es tarde para acoger a desconocidos y conocerlos, "descoserlos", desnudarlos y guardarlos dentro.