aviso al lector

Cada una de las historias y anécdotas que encontrará en este blog son producto de una mente perversa y sobre-dopada. Los lugares, como los nombres o las expresiones son ficticios y ningún parecido con la realidad debe ser tomado en cuenta.

Si, bajo su propia responsabilidad y criterio, decide creerlas, ... ¡eso que se lleva!

martes, 20 de julio de 2010

Sueños cumplidos que contar a mis nietos

Quizá no lo habéis notado, pero he pasado un periodo fuera de la ciudad, a salvo de la monotonía, a parte de la vida real, lejos de la conexión a internet e incluso de mi misma.


Tal y como me decía un buen amigo, infinita esta suerte de poder, por una semana, alejarme de mi rutina y ser otra persona. Muchos van de vacaciones, algunos dan la vuelta al mundo, otros lucen moreno caribeño... Pero yo sólo puedo dejar en la tierra mi cuerpo, mi mente y todo mi pellejo y volar hacia la estratosfera de la mano de un sueño.

No entendéis nada, ¿verdad? Pues hagámonos con los antecedentes:

Yo debía tener unos 3 años la primera vez que entoné una canción. Fueron varias, en realidad, y creo que marcaron mi carácter y filosofía de vida para el resto de mis días. Mi madre sonríe al recordar cómo extasiaba a las vecinas con grandes clásicos del pop como “Mami, ¿qué será lo que quiere el negro?” o “¿A quién le importa lo que yo haga?” Pobre de mí. Tan joven y cuestionada por razonamientos tan complejos...

Definitivamente, sí. Ya apuntaba maneras.

Hace mucho que mamá no canturrea por casa, quizás los años, tal vez la vida misma, han mermado su capacidad para manifestar en voz alta y envueltos en melodía sus deseos, sus miedos y sus alegrías. Pero lo que no ha variado nada ni nadie es la devoción que me procesa y yo recibo abrumada. Ella siempre creyó en mí, en el posible talento que almacenara, siempre me apoyó y casi empujó a intentarlo. A los ocho años pisé un pequeño plató de televisión enfundada en un traje de cola y desde entonces... creo que he cantado todo lo cantable.

La música para quien la siente de esta manera es oxigeno y es agua, es necesidad vital y el mayor de los placeres. A lo largo de los años he conocido personas de todos los estilos y con planteamientos muy distintos ante el escenario. Para algunos sólo era un divertimento, una excusa para ser el centro de atención y dar paso a la fiesta. Para otros, la música era más de lo que el resto de los humanos pueden entender. El único camino, la verdadera opción, la razón por la que amanecer. Supongo que me encuentro en un punto intermedio entre los dos polos.

Hace muchos años que no sueño con vivir de esto, soy consciente del tipo de vida que me obligaría a llevar, las cosas que ganaría, los tesoros que perdería. Así que no es más que un hobby. Una afición que tengo la suerte de desarrollar. Cantar carga mis pilas. Sencillamente, me alegra la tarde.

Es espeluznante poseer esa llave hacia los sentimientos propios y los de los demás. Es la posibilidad de tocar al público desde lejos, provocar sensaciones en él. Saber que muchos se sentirán identificados en tus letras, querrán cantara a la vez, gritar contigo, saltar a tu lado. Es real, es palpable y puedes conseguir que llegue a ellos y que lloren o rían junto a ti.

Pero si dar es sensacional, recibir es aun mejor. Indescriptible. Algo así como el mejor de los orgasmos. Parecido a percibir cada una de esas manos acariciarte, abrazarte, elevarte sobre las cabezas y lanzarte muy arriba. El aplauso, un zumbido, inteligible. Un temblor, un terremoto bajo los pies que consigue erizar toda la piel. Sus miradas, sus palabras, sólo en ellas consigo entender el mensaje que el clamor no me deja oír con claridad. Muchas palabras en cada uno de ellos. Tanta información.

Durante 10 días me he olvidado de mi trabajo, de mi oficina, mis compañeros de piso e incluso mi amor. Durante algo más de una semana, he dormido 6 horas diarias, ingerido una comida al día y ensayado hasta bien entrada la noche. Hacía muchos meses que preparábamos MAMMA MÍA, EL MUSICAL. Un regalo de la fortuna, una oportunidad única, dos horas de risas y lágrimas inolvidables y un papel, el de Donna, hecho para mí... o acaso desde mí. La cantante de orquesta enganchada a la vida y los placeres que comete el error de enamorarse del hombre equivocado (¿y quién no?) y fracasa en el intento de olvidarlo paseando por otras camas (¡tan común!). Criar sola a una hija y no saber quién es el padre puede resultar una aventura desternillante. Por favor, acercaos a esta historia, en el teatro o en la pantalla, con Nina y su prodigiosa técnica vocal o con Meryl Streep y su fuerza, su flexibilidad, su energía, sus ojos, sus manos, su pelo, su sonrisa, su ternura y su pasión... toda ella es irrepetible.

A salvo de las plataformas y la licra fosforita, tras los besos y las felicitaciones, acabo rendida, agotada, débil y mareada. Conduciendo de vuelta a casa, en medio de la madrugada, o una vez en la cama, en silencio y soledad, cada instante vuelve en mi cabeza. Tan acelerado y tan ruidoso, que no alcanzo a retener los detalles. No puedo dormir, no consigo cerrar los ojos. Imposible dejar de sonreír.

Sólo ha sido un humilde montaje de teatro musical, nacido de la ilusión de una chica rebosante de talento, la incombustible Alicia. Gestado en muchas horas de trabajo, dedicación y sacrificio aficionados. Alumbrado en los nervios, la adrenalina y el miedo a que todo salga mal o a no soportar tanta felicidad.

Quienes me quieren no dejan de repetir lo fantástico que fue todo y yo no puedo dejar de pensar que no ha sido para tanto. Es tan fácil. Es tan hermoso.



Gracias.

Audio: Dancing Queen. ABBA

1 comentario:

  1. EYYY!! Claro que me reconocerás, soy la misma de siempre, solo que un poco más morena!
    Me he comprado cositas Bourjois y la verdad es que sí que tiene todo muy buen precio!
    Me hubiera encantado verte! Espero ansiosa los videos!
    Un beso!

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