No sólo he cambiado de oficina y he multiplicado los teléfonos. Ahora vivo haciendo y deshaciendo maletas, coleccionando diccionarios de varios idiomas, preocupándome por visados, pasaportes y trenes, y saltando de un avión a otro.

Por supuesto, también la relación con Juan Antonio ha cambiado. Nos vemos menos, pero no se lleva mal. Saber que voy de un lado para otro ha despertado en él cierto instinto protector. Me cuida de otra formal, me echa de menos, muy sanamente. El espacio propio es agua bendita. ¡Cuántas ganas en las manos, en los labios y los ojos al encontrarnos! .. Cómo me gusta mi hombre .. :)
Sinceramente, espero que el nuevo régimen vital lo lleve al punto de rebelarse contra los preceptos familiares y se venga a vivir conmigo. Que sola se está muy bien.. pero con él al lado se duerme mejor. Pero del choque con la iglesia hablaremos en otro momento. Porque trae cola y tiene tema de sobra.
Lo que hoy me ha venido a la mente y no me abandona es la historia de una mujer curiosa a la que unos llaman egoista, otros ciega y otros tarada, pero a todos tiene fascinados. A todos tiene en vilo con el devenir de su historia. Apuesto a que la reescribe cada día. Ella es Marcela.
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