aviso al lector

Cada una de las historias y anécdotas que encontrará en este blog son producto de una mente perversa y sobre-dopada. Los lugares, como los nombres o las expresiones son ficticios y ningún parecido con la realidad debe ser tomado en cuenta.

Si, bajo su propia responsabilidad y criterio, decide creerlas, ... ¡eso que se lleva!

martes, 17 de enero de 2012

Los hombres de Marcela

Por un lado, creo que no es su culpa.

Ella sólo es una víctima, del sistema, de su familia desistematizada, de su barrio, sus sueños y los encontronazos que entre estos se producen. Visto así, Marcela, simplemente, sobrevive con las armas que la vida le ha dado. Yo sé que ella quisiera mucho más que sobrevivir. Pero viéndola de cerca.. respira a duras penas.

Al conocer a Marcela y algunas anécdotas de su vida, la gente normal se siente apabullada por tantos detalles, tantos datos, algunos tan escalofriantes. "No está bien de la cabeza", "eso no puede ser verdad". Sinceramente, he llegado a desconfiar del testimonio de la protagonista. Ya no sé qué es cierto y qué inventado en la historia de Marcela.

Porque, por otro lado, ella es la única creadora de las páginas del explosivo libro que escribe. Podría optar por ser del montón, ser realista, razonable y, sobre todo, responsable. Pero no, ella ha elegido su trilogía de ciencia ficción preferida y ha decido formar parte de ella.

Pero independientemente del caracter fidedigno o no de sus relatos, hay una constante en la vida de Marcela que muchas otras mujeres comparten. Los hombres. Concretamente, más de uno, exactamente, a la vez.

Los triángulos amorosos, tan divertidos como mortales han pasado por nuestras vidas, en carne y hueso o de manera más onírica. Según el papel que nos toque jugar (porque esto no se decide, esto toca) la diversión varía, como los daños colaterales. Marcela se pudo permitir el lujo de elegir y volver a elegir. De probar, comparar y decidirse... creo, incluso, que guarda un ticket de compra de su última adquisición... por si no queda del todo satisfecha.

La peculiaridad del caso de Marcela es que no ha elegido la razón por la que juega con los hombres de su vida (con todos, de todas las edades, pendientes de muy dispares vínculos). Marcela no es infiel por diversión, si no por necesidad. Porque tiene el zapatero lleno de adquisiciones, pero los pies fríos.
Porque, cuando todos miran, le dedican canciones de amor, pero a solas... A solas sólo inspira críticas y desprecios. Hombres.

Desafortunadamente, parece que Marcela ha ideado un plan un tanto contraproducente. "Si me marcho con billete de vuelta, él correrá tras de mi. Creerá que me ha perdido. Cambiará (como si eso fuera posible). Volveré y todo será distinto." Las tres primeras partes del cuento se produjeron, ahora sólo falta ver si realmente él cambió. Si derrepente, se fundió y moldeó de nuevo. Si lo han poseído los fantasmas de los hombres civilizados y amorosos. Si no es así. Siempre les quedarán las reuniones y focos de expresión en los que demostrar su amor.

Por el camino, a penas daños materiales. Sólo en raras ocasiones, los otros se implican más allá del colchón. No es fácil encontrar a un hombre dispuesto a ir más allá, aceptarnos, comprometerse, jugársela y demás. Por suerte. Marcela no tiene que lamentar pérdidas. Nada reseñable. Nadie en quien velar. Todo está en su lugar. El otro en el olvido. El anillo en el dedo. El matrimonio en el hogar.

Qué bien le ha ido a Marcela. Pobre Marcela.

.. nuevos años y vidas nuevas ..

Wow! Cómo me ha cambiado la vida! Tengo la sensación de que me deslizo a muchos kilómetros por hora.. tengo miedo a estrellarme. Es fascinante. Ese temor se entremezcla con la adrenalina y con el placer de este viaje que me está llevando a volar y volar... literalmente.

No sólo he cambiado de oficina y he multiplicado los teléfonos. Ahora vivo haciendo y deshaciendo maletas, coleccionando diccionarios de varios idiomas, preocupándome por visados, pasaportes y trenes, y saltando de un avión a otro.

Soy feliz. El mundo se ve muy distinto cuando no tienes tiempo ni de echar un vistazo a tu propio correo electrónico, ¡ni ganas! Echo de menos a los amigos, a los que pasé meses sin ver, por estar "ocupada". Cuando te enrrolas en una historia como esta, se estiran los minutos al máximo. No existe la pereza ni los 5 minutitos de más en la cama. Cada día es una aventura.

Por supuesto, también la relación con Juan Antonio ha cambiado. Nos vemos menos, pero no se lleva mal. Saber que voy de un lado para otro ha despertado en él cierto instinto protector. Me cuida de otra formal, me echa de menos, muy sanamente. El espacio propio es agua bendita. ¡Cuántas ganas en las manos, en los labios y los ojos al encontrarnos! .. Cómo me gusta mi hombre .. :)

Sinceramente, espero que el nuevo régimen vital lo lleve al punto de rebelarse contra los preceptos familiares y se venga a vivir conmigo. Que sola se está muy bien.. pero con él al lado se duerme mejor.  Pero del choque con la iglesia hablaremos en otro momento. Porque trae cola y tiene tema de sobra.

Lo que hoy me ha venido a la mente y no me abandona es la historia de una mujer curiosa a la que unos llaman egoista, otros ciega y otros tarada, pero a todos tiene fascinados. A todos tiene en vilo con el devenir de su historia. Apuesto a que la reescribe cada día. Ella es Marcela.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

..Ave María, purísima..

..pura, infiel o libertina, ¡¿Qué más da?! ¡Parió al Michael Jackson de la época! En mi opinión, la señora está más que justificada. Que ella dice que fue el pájaro, ¡pues es lo que hay! ¡Bastante pasó después siguiendo al hijo en los bolos por toda Nazaret!

Esta mención a la madre de Dios no es arbitraria. Veréis, me ha dado por el camino de la fe.

Guau! Lo diga, como lo diga, aún no me lo creo.

Hace casi un mes que estoy asistiendo a catequesis sin razón, ni motivo aparente.
Quizás sí lo tengo, pero prefiero pensar que no, que todo es fruto de mi curiosidad desmedida y mi afán por mantener entretenidos a mis antepasados. En este caso deben estar revolviendose en sus tronos de nubes, en el paraíso de Los Canteros.

Juan Antonio lo tiene claro: DIOS EXISTE Y GRACIAS A ÉL HABITAMOS ESTA TIERRA CREADA PARA NOSOTROS, HASTA QUE ÉL MISMO DECIDA "CERRAR EL CHIRINGUITO".

Personalmente, discrepo, por muchas y muy variadas razones, producto del estudio, la lógica, la razón, los años de antropología, sociología, historia y filosofía. Y, sobre todo, fruto de la importante carga genética atea que mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y hasta el primero de los Omeyas dejaron en mi.

Yo intento comprenderlo, buscar la razón que le lleva a confiar en que si recita un Padre Nuestro, las curvas en las carreteras se enderezarán, los imprevistos desaparecerán y las ruedas nunca se pincharán. A su lado me ha tocado hasta dar gracias por la comida que yo misma he pagado con el dinero ganado por mí misma a través de mí propio esfuerzo... Estoy rellena de blasfemia.

Bueno, supongo que tampoco tiene nada de malo dar gracias o, sencillamente, ser conscientes de la suerte que tenemos de vivir inmersos en esta crisis y no en la del Congo. Simplemente porque aquello no es vida.

El caso es que Juan Antonio jamás me ha pedido un paso así. Creo que aún no ha intentado convertirme ni salvarme de la "Quema Final", pero un día tonto me sorprendí a mí misma inscribiéndome en unas sesiones de catequesis, por una duración de 4 meses, en el entorno idílico de la ermita de mi pueblo. Repelús.

Lo siento. No pretendo faltar al respeto a nadie. Sólo es que... no va conmigo. O eso creía.

Admito que los minutos se me pasan volando y aunque no faltan los debates con mi catequista, una entrañable señora cristiano-taliban, disfruto del show, escucho sus testimonios, me rio un rato y, después, hago reír a mamá, compartiendo con ella las anécdotas que se producen en los dichosos encuentros espirituales.

Al principio, Maica, mi catequista, me miraba con recelo, casi con desprecio, casi con temor. Imagino que veía en mi socarrona sonrisa, la del mismísimo Lucifer. Pero el tiempo y los hechos han limado las pseudoasperezas entre nosotras. Puedo decir orgullosa que ahora me deja hablar.

Es una mujer especial. Reúne mucha fe en los ojos y la deja escapar, con no demasiada destreza, en sus palabras. Cuando repasa algunos fragmentos de la Biblia y nos los desmenuza con la timidez que la caracteriza, me mira a los ojos, dialoga conmigo, sin saberlo. Nos hacemos felices la una a la otra. Ella tiene alguien que la atienda, yo me inspiro sin medida.

Ha aceptado que no soy una alumna al uso y que no se lo pondré fácil. Y yo he aceptado que quizás sí hay un Dios en todos nosotros, en todas las cosas. No creó el mundo, no envía ángeles, ni me juzgará el día que muera. Sólo es AMOR. Sencillamente, AMOR. La verdad es que no es poco.

El amor que une a las personas, creando amigos, creando familias, practicando sexo. El amor que causa dolor ante el sufrimiento ajeno. El  amor que empuja a ayudar, a esforzarse por los demás. El que está presente en las parábolas que con tanta paciencia Juan Antonio intenta explicarme. El mismo sentimiento que me ha llevado pasar por el ritual de la Confirmación cristiana, sólo para hacerle feliz. El amor está en las risas que mamá y yo compartimos, discutiendo sobre la razón y naturaleza de mi rebeldía, "¿qué te cuesta estar callada una hora y decir Amen de vez en cuando?"

En todas las formas de amor que conocemos debe estar ese Dios. Podríamos haberle denominado "silla", "coche" o "máximas de comportamiento humano para el civismo generalizado, en pro de conseguir una sociedad justa, segura y deseable". Pero el marketing metió mano y lo hemos dejado en eso, en "Dios, nuestro Señor y su AMOR... Amén".

Me pregunto cómo me las apañaré para librarme de la obligatoria confesión con el sacerdote del pueblo. Una cosa es inyectar alegría a la catequesis con comentarios paganos.. y otra, matar al cura por unos secretitos de nada. Algo pensaré. Igual le paso el enlace del blog, para que vaya calentando. Evidentemente, no soy partidaria de contar mis intimidades al caballero "asotanado" de turno. Además, de la mayoría de mis pecados, ni siquiera me arrepiento... ¡SOCORRO! ¡Estoy supurando soberbia.. !

¡De este purgatorio no me libra nadie!

jueves, 17 de noviembre de 2011

.. el primer día, del resto de mi vida ..

Lo siento, lo siento, lo siento... ¡En fin! No creo que muchos me hayan echado de menos por este medio.. pero, por si acaso, lo siento.

Pido disculpas a los lectores cercanos, siempre amables, siempre fieles, siempre críticos y constructivos; y también a los lectores alejados, apartados y escondidos. Me pregunto en qué se habrán entretenido todo este tiempo, sin una entrada que imitar, de la que intentar mofarse. Sin una explicación a la que dirigirse.

Se acabó la sequía, al menos, permanente. Os doy mi palabra.

Han pasado largos meses repletos de acontecimientos, unos que celebrar, otros para madurar. En definitiva, he dedicado este tiempo a cambiar, a deshacerme de lo que no necesitaba, de estorbos y de presencias fantasmales. He retomado mi camino hacia adelante. Porque, aunque parezca obvio, no siempre se consigue. He sufrido yugos, barreras y zancadillas y me ha faltado demasiadas veces el valor para creer en mi misma.

¡Qué tonta! Me sé de memoria la teoría, "si tú no te quieres, nadie lo hará", "vales mucho, estás sobradamente preparada",... y sin embargo, cómo nos cuesta a las mujeres encontrar la oportunidad que nos saque del cascarón del prejuicio, el machismo y la puta crisis. Demasiado común. Excesivamente normalizado.

Esta es la historia de una mala tarde: soy licenciada, masterizada, idiomada, practicada, creativa, resolutiva, asertiva y proactiva. Soy joven y estoy llena de ideas... Pero hace casi tres años topé con un señor que me invitó a pasar a su cálida empresa, con actividades innovadoras enmarcadas en la filosofía de "El mundo a nuestros pies", el compañerismo, la amistad más allá de la subordinación y las relaciones sin edad.

Para una pueblerina como yo, de orígenes humildes, con sueños de paz y tendencia a confiar en los demás, no había en el mundo una oferta igual. Desde aquel enero de 2009, he experimentado todo tipo de sensaciones. Me he visto en todo tipo de tesituras. Al final del viaje, cuando los cuentos chinos acaban, sólo aparece una estepa árida de sucias realidades, mentiras, chantajes, abusos, desprecios, miedo y dolor.

Nos ha tocado una etapa histórica cuesta arriba. Nos ha tocado luchar, ahorrar, reducir, perder, dejar de dormir y hasta rezar. Aún queda consuelo. Sí, nos queda la salud y un tonto consuelo: siempre hay quien lo pasa peor. Siempre hay alguien más pobre, y lo que muchos no alcanzan a intuir, siempre hay alguien más pobre que el hombre más pobre de la tierra. Su mujer.

Por ser mujer no han valorado mi trabajo, no han agradecido mi esfuerzo y me han gritado por los errores de otros. Por ser mujer, en mi trabajo, he tenido que oír comentarios horribles y sobrevivir a propuestas infames. Por ser mujer, he salido de la oficina más de una vez con lágrimas en los ojos y con una esperanza menos en la maleta.

Pero ha llegado una mujer a mi vida. Una mujer extraordinaria. Un Premio Nacional de Danza de mujer.
Estaba a punto de tirar la toalla, de prepararme unas oposiciones o hacer caso a mi padre y heredar el negocio familiar. Una aspirante de última hora, muy recomendada, me había, literalmente, robado una beca de colaboración como un regalo del cielo, para la que yo ya había sido seleccionada. La criatura subterránea con la que compartía piso se estaba convirtiendo en algo peor que un cáncer y parecía no llegar la hora en que se largara de casa, e, incluso, mi relación con Juan Antonio se resentía. Mal humor, mal talante, malas formas y desplantes. En el túnel directo al suicidio o a los antidepresivos, se hizo la luz de la mano de una llamada que nunca esperé, cargada de las mejores noticias que nunca imaginé.

Hoy soy otra mujer, creo que, concretamente, la que siempre "habitó mi piel". Tengo ganas de amanecer y estoy ansiosa por aprender. No me ha tocado la lotería y no hay nadie a quien quiera votar en las próximas elecciones. Ya no creo en princesas, ni en la bondad, ni en el "siempre". Pero tampoco creo en los ogros ni en las brujas chupa sangre. Ahora lo pido todo por escrito y leo cada letra pequeña.

Pero queda aún mucho de lo bueno que tuve ¡porque ya no hay insectos en casa! Soy la dueña de mi espacio, la DUEÑA. Juan Antonio se entretiene en diseñar la redecoración que algún día llevaremos a cabo, mi gente va encontrando su espacio y ¡hasta nos multiplicamos! Ya no hay miedo, ni cueva, ni soledad, ni ofensas. Ahora piso teatros de nombres grandiosos, paseo por Moscú o por Tel Aviv y me desenvuelvo como puedo en aeropuertos caóticos, en buena compañía, con una gran compañía.

Estoy cumpliendo el sueño que plantee casi diez años atrás, cuando supe que la economía no era lo mío, ni las ciencias, ni la docencia, ni las leyes, ni los contratos basura. Cuando sentí que era relaciones públicas, porque así me había parido mi madre. No porque pase los jueves en la puerta de una discoteca, sino porque estoy sobradamente preparada, llena de ideas, dispuesta,  lista y decidida. Que lo mío es la comunicación y el protocolo y, a ser posible, entre focos y bambalinas, rodeada de público, de embajadores, de artistas, de la cultura y de sus genios.

Gracias a Blanca, por ser mucho más que un hada madrina.
Gracias a Juan Antonio, por ser mucho más que mi amigo, mi apoyo y el amor de mi vida.
Gracias a RM y su compañía, por abrirme esta puerta, cederme un lugar y abrigarme en el frío ruso.
Gracias a todos mis amigos, por no dejarme caer y a mi familia, por volar conmigo cada noche, allá donde haga falta.